Por Armando García
Ahora,
el presidente de Estados Unidos y ocho senadores en forma bipartidista se han
declarado a favor de una reforma migratoria completamente integral, la cual
durante el proceso de la legalización los solicitantes se amparen en ella,
puedan ganarse el derecho de su residencia y después la ciudadanía de este
país.
Conseguir
una reforma migratoria ha sido una lucha intensa la cual empezó desde el
establecimiento de la ley de responsabilidad migratoria en última década del
siglo XX y en particular por el hermetismo ocasionado por los ataques
terroristas del 2001.
Muchos
intentos, muchos fracasos, buenas ideas, pero no los suficientes votos en el
Congreso de la Nación para legalizar a los poco más de 11 millones de personas
que el gobierno estima viven indocumentadamente en Estados Unidos.
Todos
conocemos las necesidades de quienes han estado viviendo ilegalmente durante
muchos años. La causa por la reforma de inmigración ha sido tomada por familias
enteras, por abogados, por iglesias, por grupos sociales, por empresas, por
políticos y la lista continúa. Ahora más que nunca, las fuerzas reaccionarias y
contrarias a lo dicho por el Presidente están preparando su arsenal de
calumnias hacia los poderes ejecutivo y legislativo para que desistan en el
esfuerzo de la mencionada reforma.
Los que la respaldan coinciden en que el
sistema migratorio del país no es el más óptimo debido que las leyes de
inmigración no satisfacen las necesidades de los Estados Unidos en un mundo
cada vez más interconectado. En el siglo XXI la llama de un futuro mejor sigue
vigente. Muchas generaciones de inmigrantes
han encontrado una mejor vida y han encontrado la felicidad. Pero en las
casi últimas dos décadas las nuevas generaciones de inmigrantes, han padecido discriminación, han
sido ridiculizados racistamente sin reconocer
la contribución que han dado
a que este país para que siga siendo la nación más poderosa del planeta.
Como ciudadanos de los Estados Unidos, es
nuestro deber de garantizar que la llama del sueño americano nunca se apague,
recibiendo por la vía legal a quienes buscan una vida mejor, la cual, por
desgracia, no encuentran en sus países de origen
debido a las injusticias, la corrupción, la inseguridad, la miseria y la
desigualdad social que hace que miles huyan de sus países de origen.
El presidente Barack Obama en la ciudad de
Las Vegas, públicamente dijo que el momento
para una reforma migratoria habia llegado para que millones
indocumentados salgan de las sombras y obtengan permisos para vivir y trabajar
legalmente, primero con la meta de lograr su residencia permanente y luego con
la mira de ganarse el derecho de obtener
la ciudadanía estadounidense.
Obama
dijo que con la propuesta presentada recientemente por ocho senadores, cuatro
demócratas y cuatro republicanos, está “muy en línea con los principios que
he propuesto y por los que he hecho campaña durante los últimos años”.
"Nuestro viaje no estará completo
hasta que se encuentre de nuevo la esperanza que los inmigrantes sigan viendo a
los Estados Unidos de América como la tierra de las oportunidades; hasta que
los jóvenes brillantes, estudiantes e ingenieros se hayan alistado en nuestra
fuerza laboral en lugar de ser expulsados de nuestro país", dijo el Presidente.
Obama dijo que la ley de inmigración y nacionalidad está quebrada. No corresponde a las necesidades del país
en el siglo XXI. Dijo que la reforma debe mejorar la seguridad fronteriza junto
con un sistema efectivo de verificación de
elegibilidad de empleo. Declaró que se
debe reducir la lista de espera de quienes por la vía legal buscan residir en este país. Y que los indocumentados, tengan un sistema de legalización justo
incluyendo otras medidas que permitan mayores inversiones de extranjeros para
la creación de empleos, trabajadores agrícolas temporales y permitir la entrada
de personas con aptitudes excepcionales que beneficien al país.
Se
estima que todo este proceso, desde su principio hasta el final se llevaría más
de una década. De lograrse sería la pieza legislativa más grande desde la
amnistía de la década de los 80s que legalizó a poco más de tres millones de
personas.
Si las partes bipartidistas están ahora
dispuestas a trabajar en una pieza legislativa que pueda convertirse en ley,
este país estará más seguro, tendrá en su población a millones de personas que
contribuirán con sus impuestos a engrandecer a esta nación y las futuras generaciones verán convertido en realidad su sueño
americano dejando atrás la pesadilla de vivir en la clandestinidad y el miedo a
la deportación.
Armando García es un periodista
independiente y es colaborador de varios medios impresos y en internet. Fue el
corresponsal y columnista de Conexión
Hispana en San Angelo, Texas y director de medios de Finding Produtions en Los
Ángeles, California. Trabajó como corresponsal de la agencia española “EFE” y
de la “Hispanic Press News Agency” en Washington, DC. Además ha sido
colaborador de la revista “Latino Leaders” y fue reportero bilingüe en los
periódicos La Prensa y Rumbo de San Antonio, Texas y editor general de los
semanarios Imágenes y La Farádula además director de Relaciones Públicas del
sindicato United Farm Workers Union en el estado de California y fungió como editor-reportero
del semanario ¿Qué Pasa? En Charlotte, NC. Editor y fundador de Nuestra América
News Magazine.
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